Eres tú mi círculo vicioso.
El reflejo que le arrojó el espejo le hizo sonreír. Su pancita de cinco meses resaltaba de forma adorable. Con ambas manos la acarició sobre la ropa, dibujando círculos con sus pulgares.
Estaba por meterse a bañar, y mientras elegía una muda de ropa cómoda, se detuvo frente al espejo que iba del suelo al techo con un marco de madera oscura y que estaba ubicado en el fondo del armario. Tenía menos de media hora que había regresado de la agencia, dónde habían corroborado el progreso de su embarazo, y tras asegurarse que todo marchaba bien, le habían programado su próxima cita a inicios del mes entrante.
Su humor había mejorado con el simple hecho de saber que su bebé estaba bien, y al imaginar que algún día podría contemplar su tierno rostro —que esperaba heredase las facciones de Jungkook, sus ojos profundos y amables, su color de piel y de cabello, la forma de sus labios—, se perdía en un mundo feliz, soñando con su hijo y el alfa.
Aunque a los segundos recobró la razón, y enfocó su mirada en su rostro, la sonrisa de antes ahora se había esfumado y la comisura de sus labios formaba una pendiente hacia abajo. De un rápido vistazo a sus ojos, encontró tristeza mal disfrazada de indiferencia. No podía mentirse a sí mismo, ni las horas que pasaba dentro de la alberca, ni el yoga, ni los libros, podían llenar el vacío que cada día parecía expandirse más, hasta el punto que temía, que tal como un hoyo negro, lo consumiera hasta hacerlo desaparecer.
Era un milagro que anduviera de pie, de un lado a otro, fingiendo que estaba bien, que no estaba sumido en una terrible depresión que le arrebataba el apetito y las ganas de levantarse de la cama.
Sin embargo, seguía adelante. No podía hacer más.
Tomándose su tiempo en la tina de baño, salió de su habitación a las nueve de la noche para comer un aperitivo antes de que las luces de aquella lujosa residencia se apagaran. Se dirigió a la cocina y en el trayecto sintió el ambiente extraño. Era la primera vez en todo el tiempo que llevaba ahí que algo así le ocurría, intentó ignorar esa rara sensación apenas perceptible, pero cuando terminó de prepararse un sándwich no pudo más e inspeccionó hasta el último rincón de la casa.
Anduvo por los pasillos, se asomó en las habitaciones, en el área de servicio, en el gimnasio, en la alberca, salió a los balcones y recorrió los diversos salones, también habría salido al jardín, pero tenía que calzarse y le daba pereza hacerlo. Por ello se rindió y regresó por su sándwich.
Lo comió con un puño bajo su barbilla, pensando en la posible causa de aquel malestar provocado por la anormal atmósfera.
—Hola, Jimin —lo saludó Somi al pasar por su lado para llenar un jarrón de agua que llevaría para Soonyoung—, ¿cómo te fue en tu cita?
La beta lo observó con gesto amable, deteniéndose un momento de su faena para conversar con Jimin.
—Bastante bien, están sorprendidos de que hasta ahora no haya presentado ninguna dificultad —respondió acomodándose mejor un el taburete en el que se encontraba sentado.
—Me alegra escuchar eso —dijo con genuina honestidad—, en verdad espero que también el cuerpo de Soonyoung acepte su nueva condición... Aunque ahora que Jungkook tuvo que salir de emergencia, cruzo los dedos para que su lobo no lo resienta.
—¿Jungkook no está aquí? —cuestionó sorprendido.
—Estabas fuera cuando alguien le marcó y por lo que escuché de Soonyoung, tuvo que hacer un viaje al sur del país para arreglar un problema con uno de sus socios. No sé muy bien los detalles, pero parece que no regresará en esta semana, y quizá ni en la siguiente —comentó en medio de un suspiro, bastante preocupada.
—¿En verdad se fue? ¿Y Soonyoung? —no podía creer que lo abandonara cuando el omega estaba tan débil.
—Él mismo le pidió que se encargara de ese asunto, le prometió que estaría bien en su ausencia —respondió recordando esa parte de la conversación que alcanzó a escuchar por accidente cuando se acercó a la recámara.
La mente de Jimin se puso unos instantes en blanco. Como negándose a procesar aquella información.
—Entonces... Él no regresará hasta la próxima semana —liberaron sus labios inconscientemente.
Somi notó que el adverso lucía una expresión decaída y sus hombros caer flojos.
Abrió la boca grande de la sorpresa al percatarse de lo que le sucedía, mas logró contenerse a tiempo y decidió permanecer callada sin comentar nada.
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—¿Hola? —contestó el teléfono con voz animada, apoyando el aparato inalámbrico entre su hombro y oreja mientras preparaba una infusión para el omega.
—Somi, soy Jungkook... —respondió del otro lado de la línea.
—Jungkook, ¿llama para preguntar por Soonyoung? —se adelantó al sospechar el motivo de su repentina llamada—. Ha estado bien, come saludable y aunque le molesta estar todo el día en cama, cada vez se le nota más fuerte, aunque justo en este momento está durmiendo, por eso es que yo atendí —explicó con tranquilidad, tomándose su tiempo ya que no deseaba despertar al omega.
El silencio que le siguió a sus palabras le hizo pensar que la conexión fallaba, pero tras acercarse más el auricular al oído, escuchó la respiración irregular del alfa. Sin tenerlo de frente, podría asegurar que estaba agitado.
—En realidad... ¿Jimin? ¿Cómo está él? —interrogó en un tono que delataba su nerviosismo.
Podía imaginarlo alterado, paseando de un lado a otro como lo había visto aquella vez que Soonyoung enfermó —de eso ya tenía un mes—.
—Él se encuentra...
—¿Somi? —la voz de Soonyoung la interrumpió cuando estaba a punto de contestar—, ¿estás al teléfono? —murmuró somnoliento.
La enfermera giró para encontrarlo enderezándose en la cama. Le vio frotarse los ojos aún medio dormido.
—Estoy hablando con...
—Somi —alcanzó a detenerla antes de que lo delatara—, olvida lo anterior, solo dile a Soonyoung que debo ir a una junta y que le hablaré después.
El sonido peculiar de que había colgado resonó contra su oreja. Extrañada por su actitud decidió hacer lo que le había pedido sin pensarlo demasiado.
Estuvo unos minutos con Soonyoung antes de salir a hacer unos pendientes personales. No le tomaría más de una hora, por ello no creyó que habría problema alguno.
El omega le pidió antes de que se marchara que le pusiera un poco de música, así que en su ausencia planeaba relajarse e intentar retomar la siesta que dejó a medias.
Cerró los ojos y las notas arrancadas de un violín le hicieron suspirar, estaba concentrado en la melodía cuando un ruido como de un golpe le sacó a rastras de aquella paz.
—¡¿Somi?! —alzó la voz preocupado y alcanzando el control de mando que estaba en la mesa de noche apagó las bocinas.
No recibió respuesta alguna.
—¡¿Jimin?! —probó comenzando a asustarse—. ¡¿Jimin?! —insistió.
De pronto un olor penetrante a feromonas de omega inundó su habitación, aquel aroma lo reconoció como el que emitían en situaciones que causaban profundo dolor.
—¡¿Jimin, qué está pasando?! —sin pensarlo dos veces se incorporó de la cama y arrastrando los pies recorrió el pasillo que lo llevaba hasta él.
Con cada paso que daba percibía que el olor se intensificaba y provenía de la habitación del menor.
—¡¿Jimin?! —empujó la puerta desesperado y lo vio parado cerca de la cama.
Sangre escurría de entre sus muslos y manchaba su ropa.
Petrificado elevó la mirada encontrándose con la de Park que parecía gritar por ayuda.
Estaba pálido y abrazaba su estómago entre el llanto que le impedía hablar. Le vio tambalearse y caer al suelo de bruces. Soonyoung corrió a su lado para intentar ayudarlo, colocó una mano en su vientre y el tacto húmedo le hizo liberar un sollozo, había demasiada sangre.
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